domingo, 23 de noviembre de 2014

Conrado Nalé Roxlo






Yo quisiera una sombra

Yo quisiera una sombra que no fuera la mía,
la de una antigua espada, la de un fino cristal,
la del pájaro en vuelo o la nube borrosa.
Una sombra, otra sombra, para verla pasar.
Otra voz que no fuera esta voz que traduce
hace más de treinta años el rumor de mi mar,
una voz de campanas o de ríos llorosos…
Otra voz de otro acento para oírla cantar.
Y quisiera los sueños que no soñaré nunca,
la angustia que mi alma no sentirá jamás,
el terror de las fieras en la selva sombría,
la alegría radiosa de la alondra solar.
De ese desconocido que ha cruzado la plaza
los recuerdos más tristes quisiera recordar.
Llenarme de otras vidas, otra luz, otras muertes…

¡No ser este hombre solo frente a la eternidad!

Amado Nervo





Temple
Estoy templado para la muerte,
templado para la eternidad,
y soy sereno porque soy fuerte:
la fuerza infunde serenidad.
¿En qué radica mi fuerza?
En una indiferente resignación
ante los vuelcos de la fortuna
y los embates de la aflicción.
En el tranquilo convencimiento
de que la vida tan sólo es
vano fantasma que mueve el viento,
entre un gran "antes" y un gran "después".
***
REPARACION
¡En esta vida no la supe amar!
Dame otra vida para reparar,
¡Oh Dios!, mis omisiones,
Para amarla con tantos corazones
 Como tuve en mis cuerpos anteriores;
Para colmar de flores,
De risas y de gloria sus instantes;
Para cuajar su pecho de diamantes
Y en la red de sus labios dejar presos
Los enjambres de besos
Que no le di en las horas ya perdidas...
Si es cierto que vivimos muchas vidas
(Conforme a la creencia
Teosófica), Señor, otra existencia
De limosna te pido
Para quererla más que la he querido,
Para que en ella nuestras almas sean
Tan una, que las gentes que nos vean
En éxtasis perenne ir hacia Dios
Digan: "¡Como se quieren esos dos!"
A la vez que nosotros murmuramos
Con un instinto lúcido y profundo
(Mientras que nos besamos
Como locos): "¡Quizá ya nos amamos
Con este mismo amor en otro mundo!"
***

***
Si tú me dices ven

Si tú me dices «¡ven!», lo dejo todo...
No volveré siquiera la mirada
para mirar a la mujer amada...
Pero dímelo fuerte, de tal modo

que tu voz, como toque de llamada,
vibre hasta el más íntimo recodo
del ser, levante el alma de su lodo
y hiera el corazón como una espada.

Si tú me dices «¡ven!», todo lo dejo.
Llegaré a tu santuario casi viejo,
y al fulgor de la luz crepuscular;
mas he de compensarte mi retardo,
difundiéndome ¡Oh Cristo! ¡como un nardo
de perfume sutil, ante tu altar!
***
En Paz
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje la miel o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.
...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas noches de mis penas;
mas no me prometiste tú sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!
***

Amado Nervo (México 1870 - Montevideo 1919)

sábado, 22 de noviembre de 2014

Rabindranath Tagore


"Como el anochecer entre los árboles silenciosos, mi pena, callándose, callándose, se va haciendo paz en mi corazón".
 
***
 
"El misterio de la vida es tan grande como la sombra en la noche. La ilusión de la sabiduría es como la niebla del amanecer."
 
***
 
"Tú no ves lo que eres, sino su sombra".
 
***
 
"El que lleva su farol a la espalda, no echa delante más que sombra."
 
***
 
"Niño nace el hombre. Su poder está en su desarrollo."
 
***
 
"Mi corazón se mustia en silencio, y no sé decir por qué. Son cosas pequeñitas que nunca pide, ni entiende, ni recuerda."
 
***
 
"Te sonreíste y me hablaste de nadillas. ¡Y yo sentía que toda mi esperanza de tanto tiempo había sido expresamente para eso!."
 
***
 
"Las estrellas no temen parecer gusanitos de luz."
 
***
 
"Entendimiento agudo y sin grandeza, lo pincha todo, pero nada mueve."
 
***
 
"Tu ídolo se ha deshecho en el polvo, para que sepas que el polvo de Dios es más grande que tu ídolo.".
 
***
 
"No revela al hombre su historia, sino que sale luchando a través de ella."
 
***
 
"No temáis nunca al instante, dice la voz de lo eterno."
 
***
 
"Tu voz, amigo, yerra en mi corazón, como el son apagado del mar entre estos pinos que escuchan."
 
***
 
"Si echo mi misma sombra en mi camino, es porque hay una lámpara en mí que no ha sido encendida."
 
***
 
"El hombre se entra en la multitud por ahogar el clamor de su propio silencio."
 
***
 
"Yo llevo en mi mundo en flor los mundos todos que fracasaron."
 
***
 
"El pájaro cree que es bueno para el pez darle un paseíto por el aire."
 
***
 
"Si cierras la puerta a todos los errores, dejarás fuera la verdad."
 
***
 
"La raíz escondida no pide premio alguno por llenar de frutos las ramas."
 
***
 
"Lluvioso anochecer, ¡cómo tu viento inquieto, meciendo las ramas, me hace meditar en la grandeza de todas las cosas!"
 
***
 
"No temo al fuego vivo, que me avisa con su llama; ¡pero líbrame de la brasa moribunda que esconde la ceniza."
 
***
 
"Pues que se prende en ti el polvo de las palabras muertas, lava tu alma en el silencio."
 
***
 
"Lo más grande va sin reparo con lo más pequeño. Lo mediocre va solo."
 
***
 
"El agua chispea en la tinaja y está oscura en el mar. La verdad pequeñita tiene palabras de luz; la grande, es todo silencio."
 
***
 
"Un entendimiento todo lógica es como un cuchillo hoja solo, que hiere la mano de su dueño."
 
***
 
"La alabanza me avergüenza, porque la mendigo en secreto."
 
***
 
"Muchacha, tu sencillez muestra tu profunda verdad, como lo azul del lago."
 
***
 
"Tú que me has guiado, por los caminos ruidosos del día, a mi soledad del anochecer, dame ahora su sentido, a través del silencio de la noche."
 
***
 
"Lo falso, por mucho que crezca en poderío, nunca puede elevarse a la verdad."
 
***
 
"Que vivan, los que así lo quieran, entre sus silbadores fuegos de artificio. Mi corazón, Dios mío, prefiere tus estrellas."
 
***
 
"Cuando esté yo contigo, cayendo ya el día, verás mis cicatrices; y sabrás de mis heridas, y de su salud."
 
***
 
"Bendito aquel cuya fama no brilla más que su verdad."
 
***
 
"Dios espera hasta que el hombre se hace niño de nuevo en la sabiduría."
 
***
 
"Cuando llueve, el olor de la tierra mojada se levanta como el canto inmenso de alabanza de la multitud silenciosa de lo insignificante."
 
***
 
"Un día hemos de saber que la muerte no podrá robarnos nada de lo que nuestra alma ganó, porque el tesoro del alma es también suyo."
 
***
 
"Cuando estén afinadas, Maestro mío, todas las cuerdas de mi vida, cada vez que tú las toques, cantarán amor."
 
***
 
"¡Líbrame de este pasado sin cumplir, que se cuelga a mi espalda, y me hace difícil la muerte!"
 
***
 
"Escalé la cima de la fama y no hallé albergue alguno en su altura estéril. ¡Llévame ú, Guía mío, antes que muera el día, al valle de la quietud, donde grana la mies en dorada sabiduría!"
 
***
 
"Sean éstas mis últimas palabras:  Confío en tu amor."
 
 
Citas seleccionadas de Pájaros Perdidos

Miguel Hernández



   

HIJO DE LA LUZ Y DE LA SOMBRA
                  I

      (HIJO DE LA SOMBRA)
Eres la noche, esposa: la noche en el instante
mayor de su potencia lunar y femenina.
Eres la medianoche: la sombra culminante
donde culmina el sueño, donde el amor culmina.

Forjado por el día, mi corazón que quema
lleva su gran pisada de sol a donde quieres,
con un solar impulso, con una luz suprema,
cumbre de las mañanas y los atardeceres.

Daré sobre tu cuerpo cuando la noche arroje
su avaricioso anhelo de imán y poderío.
Un astral sentimiento febril me sobrecoge,
incendia mi osamenta con un escalofrío.

El aire de la noche desordena tus pechos,
y desordena y vuelca los cuerpos con su choque.
Como una tempestad de enloquecidos lechos,
eclipsa las parejas, las hace un solo bloque.

La noche se ha encendido como una sorda hoguera
de llamas minerales y oscuras embestidas.
Y alrededor la sombra late como si fuera
las almas de los pozos y el vino difundidas.

Ya la sombra es el nido cerrado, incandescente,
la visible ceguera puesta sobre quien ama;
ya provoca el abrazo cerrado, ciegamente,
ya recoge en sus cuevas cuanto la luz derrama.

La sombra pide, exige seres que se entrelacen,
besos que la constelen de relámpagos largos,
bocas embravecidas, batidas, que atenacen,
arrullos que hagan música de sus mudos letargos.

Pide que nos echemos tú y yo sobre la manta,
tú y yo sobre la luna, tú y yo sobre la vida.
Pide que tú y yo ardamos fundiendo en la garganta,
con todo el firmamento, la tierra estremecida.

El hijo está en la sombra que acumula luceros,
amor, tuétano, luna, claras oscuridades.
Brota de sus perezas y de sus agujeros,
y de sus solitarias y apagadas ciudades.

El hijo está en la sombra: de la sombra ha surtido,
y a su origen infunden los astros una siembra,
un zumo lácteo, un flujo de cálido latido,
que ha de obligar sus huesos al sueño y a la hembra.

Moviendo está la sombra sus fuerzas siderales,
tendiendo está la sombra su constelada umbría,
volcando las parejas y haciéndolas nupciales.
Tú eres la noche, esposa. Yo soy el mediodía.
                  II

      (HIJO DE LA LUZ)
Tú eres el alba, esposa: la principal penumbra,
recibes entornadas las horas de tu frente.
Decidido al fulgor, pero entornado, alumbra
tu cuerpo. Tus entrañas forjan el sol naciente.

Centro de claridades, la gran hora te espera
en el umbral de un fuego que el fuego mismo abrasa:
te espero yo, inclinado como el trigo a la era,
colocando en el centro de la luz nuestra casa.

La noche desprendida de los pozos oscuros,
se sumerge en los pozos donde ha echado raíces.
Y tú te abres al parto luminoso, entre muros
que se rasgan contigo como pétreas matrices.

La gran hora del parto, la más rotunda hora:
estallan los relojes sintiendo tu alarido,
se abren todas las puertas del mundo, de la aurora,
y el sol nace en tu vientre donde encontró su nido.

El hijo fue primero sombra y ropa cosida
por tu corazón hondo desde tus hondas manos.
Con sombras y con ropas anticipó su vida,
con sombras y con ropas de gérmenes humanos.

Las sombras y las ropas sin población, desiertas,
se han poblado de un niño sonoro, un movimiento,
que en nuestra casa pone de par en par las puertas,
y ocupa en ella a gritos el luminoso asiento.

¡Ay, la vida: qué hermoso penar tan moribundo!
Sombras y ropas trajo la del hijo que nombras.
Sombras y ropas llevan los hombres por el mundo.
Y todos dejan siempre sombras: ropas y sombras.

Hijo del alba eres, hijo del mediodía.
Y ha de quedar de ti luces en todo impuestas,
mientras tu madre y yo vamos a la agonía,
dormidos y despiertos con el amor a cuestas.

Hablo y el corazón me sale en el aliento.
Si no hablara lo mucho que quiero me ahogaría.
Con espliego y resinas perfumo tu aposento.
Tú eres el alba, esposa.  Yo soy el mediodía.
                  III

    (HIJO DE LA LUZ Y DE LA SOMBRA)
Tejidos en el alba, grabados, dos panales
no pueden detener la miel en los pezones.
Tus pechos en el alba: maternos manantiales,
luchan y se atropellan con blancas efusiones.

Se han desbordado, esposa, lunarmente tus venas,
hasta inundar la casa que tu sabor rezuma.
Y es como si brotaras de un pueblo de colmenas,
tú toda una colmena de leche con espuma.

Es como si tu sangre fuera dulzura toda,
laboriosas abejas filtradas por tus poros.
Oigo un clamor de leche, de inundación, de boda
junto a ti, recorrida por caudales sonoros.

Caudalosa mujer, en tu vientre me entierro.
Tu caudaloso vientre será mi sepultura.
Si quemaran mis huesos con la llama del hierro,
verían qué grabada llevo allí tu figura.

Para siempre fundidos en el hijo quedamos:
fundidos como anhelan nuestras ansias voraces:
en un ramo de tiempo, de sangre, los dos ramos,
en un haz de caricias, de pelo, los dos haces.

Los muertos, con un fuego congelado que abrasa,
laten junto a los vivos de una manera terca.
Viene a ocupar el hijo los campos y la casa
que tú y yo abandonamos quedándonos muy cerca.

Haremos de este hijo generador sustento,
y hará de nuestra carne materia decisiva:
donde sienten su alma las manos y el aliento,
las hélices circulen, la agricultura viva.

Él hará que esta vida no caiga derribada,
pedazo desprendido de nuestros dos pedazos,
que de nuestras dos bocas hará una sola espada
y dos brazos eternos de nuestros cuatro brazos.

No te quiero a ti sola: te quiero en tu ascendencia
y en cuanto de tu vientre descenderá mañana.
Porque la especie humana me han dado por herencia,
la familia del hijo será la especie humana.

Con el amor a cuestas, dormidos y despiertos,
seguiremos besándonos en el hijo profundo.
Besándonos tú y yo se besan nuestros muertos,
se besan los primeros pobladores del mundo.

autógrafo



Sandor Márai

 

Sándor Márai


La Hermana (fragmento)

"Curiosamente, no hubo necesidad de explicaciones: todos los que nos encontrábamos remoloneando en el salón comprendimos de qué se trataba. Como si hubiéramos pasado varios días comentando lo que Z. acababa de anunciar, nos encaminamos en silencio hacia la oscura escalera, tras Z. y el hostelero. Ese consentimiento tácito me produjo un leve escalofrío. Tuve que volver a admitir que la materia prima de mi oficio, la palabra, no es un elemento tan imprescindible de la comunicación humana como a veces suponen los escritores cegados por el orgullo; en momentos críticos, la gente capta la esencia con muy pocas palabras o incluso sin ninguna."

Ediciones Salamandra, Pág. 31

Sándor Márai nació en 1900 en Kassa, una pequeña ciudad húngara que hoy pertenece a Eslovaquia. Murió en San Diego, California.

jueves, 13 de noviembre de 2014

Julio Herrera y Reissig




 

 

 

 

Julio Herrera y Reissig

El cura

Es el Cura ... Lo han visto las crestas silenciarias
Luchando de rodillas con todos los reveses,
Salvar en pleno invierno los riesgos montañeses
O trasponer de noche las rutas solitarias

De su mano propicia, que hace crecer las mieses,
Saltan como sortijas gracias involuntarias;
Y en su asno taumaturgo de indulgencias plenarias,
Hasta el umbral del cielo lleva a sus feligreses ...

El pasa del hisopo al zueco y la guadaña;
El ordeña la pródiga ubre de su montaña
Para encender con oros el pobre altar de pino;

De sus sermones fluyen suspiros de albahaca;
El único pecado que tiene es un sobrino ...
Y su piedad humilde lame como una vaca.


Julio Herrera y Reissig (Montevideo, 1875 - 1910)
Uno de los mayores poetas del Modernismo hispanoamericano.

Fuente de la imagen:http://librementeuruguay.wordpress.com/2013/01/09/138-del-nacimiento-del-poeta-y-dramaturgo-julio-herrera-y-reissig/


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